Por Mario Linovesky
Me llamo, o mejor dicho me llaman: Iehuda. Determinación del destino pasé no pocas peripecias por ser parte del colectivo al que alude mi nombre, aunque en contrapartida me libré de sufrir, gracias al suelo que me cobijó desde mi primer día, demasiadas arbitrariedades; hostigo este último que no consiguieron sortear mis hermanos de pertenencia diseminados por todo el orbe, quienes se vieron obligados a soportarlo a diario y en creciente cantidad. Llegué al mundo hace 79 años en un terruño devastado tanto por el tiempo como por la dejadez de aquellos que lo ocuparon compulsivamente durante casi dos milenios y en el que, por esa misma razón, nadie quería habitar...
Ani Yehudi
miércoles, 26 de marzo de 2008
El sueño de un Sabra
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