Ani Yehudi

lunes, 28 de febrero de 2011

Cuando suena la sirena se detiene el corazón



por Dori Lustron


Muchas veces, ante el peligro, las palabras no logran transmitir toda la gama de sensaciones que puede encerrar un ser humano dentro de si. Transmitir una vivencia no es fácil, uno queda sin palabras precisas para expresarlo. Hablar de emociones personales quita objetividad pero no dudo que mi sentimiento no es único, afecta a muchos. Se mezclan ansiedad, angustia y miedo. Temor a lo inesperado, a la suerte de los seres queridos, al dolor.

Cuando suena la sirena en Israel, anuncia que uno o varios misiles han sido lanzados desde algún lugar. No hay tiempo para pensar. 15 segundos en Sderot, 45 segundos en Ashdod y un minuto en Beer Sheva. Uno reacciona y corre a refugiarse. Buscar un lugar seguro es prioridad. Dejar todo de lado para buscar una zona protegida. Miedo por la familia, no se sabe si están en un lugar seguro o si no llegan a tiempo para protegerse; miedo por los chicos que lloran asustados -todos lo estamos-, por los amigos, por todos los pobladores de la ciudad -aun los no conocidos-; por si el misil cae cerca, por si cae lejos o en zonas pobladas o abiertas sin peligro.

Suena la sirena. Si hay alguien en casa uno grita. ”¡Vamos!” Al cuarto de seguridad dentro de un departamento, al palier del edificio, al refugio en el sótano o, en las escaleras, -se construyen en el centro del edificio y es el espacio más seguro-. Si uno esta en la calle, buscar, rápidamente, un lugar protegido. Solo que, hay veces, que uno no llega y solo nos queda rezar para que el misil no caiga cerca. El sonido es, al principio, como el de una cañita voladora, después un gran trueno y luego la gran explosión desparramando las esquirlas de metal y el no saber a quien le tocó. ¿Dónde cayó? Los celulares se bloquean. Hay que esperar 5 minutos antes de salir del lugar por si cae otro.

La sensación es de impotencia ante el súbito peligro. Nada podemos hacer contra la inseguridad de los misiles. Somos civiles. Ancianos, mujeres y niños que no pueden correr. Un millón y medio de personas bajo el fuego de Hamas en el sur de Israel. No hay diferencias entre judíos, musulmanes, cristianos. Estamos todos expuestos al fuego de los palestinos.

¿Y de eso quien habla? Esos ridículos intelectuales españoles que quieren venir en la nueva flotilla para provocar, y que dicen mentira tras mentira, que solo tocan de oído por lo que leen en los medios de difusión pro-palestinos. ¡¡¡Que vengan a Sderot o a Beer Sheva y sufran la caída de un misil!!! Misiles lanzados por los terroristas de Hamas y de la Yihad Islami. No son milicianos… SON TERRORISTAS. Y estos trasnochados artistas que están en contra de mi país para buscar un poco de fama -porque hablar mal de Israel da notoriedad-, piensan que nosotros somos los victimarios de un pueblo bloqueado. ¿Quien le da electricidad, agua, comida a Gaza? ISRAEL. Les pasamos los mejores productos israelíes. Tal es así que la gente de Gaza solo compra mercadería israelí porque es de mejor calidad. ¿Por qué no dicen eso? Vean como viven en Gaza y se llevarán una sorpresa.

Vengan y vean. No tiene valentía para venir y ver que se equivocan. En Gaza viven mejor que en muchos países árabes gracias a la ayuda de Israel. Y nosotros sufrimos los misiles por el fanatismo fundamentalista de los líderes que les lavan el cerebro al pueblo.

Ataquen a Hamas ¡IDIOTAS ÚTILES! Porque nos están bombardeando a todos nosotros. No tenemos una ametralladora en la mano. Somos población civil. Y, por supuesto, tenemos el derecho a defendernos. Cuando cae un misil sacan de nosotros lo peor que tenemos adentro. Los judíos no sabemos odiar y ellos nos quieren enseñar a hacerlo. Amamos la vida, que es sagrada, y ellos aman la muerte. Pero, ¡No lo lograran! Saben que nos defenderemos. Ya la sangre judía no se negocia

Se escucha la sirena. Se detiene el corazón y se reacciona rápido. Angustia, los chicos lloran. Hay personas que se quedan en su casa, especialmente los mayores que no pueden caminar rápido.

Cuando se escucha la sirena se detiene el corazón pero eso no nos impide defendernos. La diferencia entre ellos y nosotros es que nunca disfrutaron la libertad que nosotros supimos conseguir desde el principio. No saben de democracia y le temen, porque de esa forma no podrían dominar a sus pueblos.

Se masacran entre ellos. Hamas contra Fatah, Khaddafi contra su pueblo, Irán contra los reformistas. Todos contra todos. Solo Israel es un oasis de libertad en el Medio Oriente y por ello nos combaten. Somos un mal ejemplo para los pueblos y hay que borrarnos del mapa. ¡NUNCA MAS!

Acostúmbrense. Ya no más. Con el corazón detenido por la sirena, cada cual corre hacia la protección segura de los refugios. Cada cual sabe qué debe hacer. Pelear por Israel es pelear por la vida y ese es el ejemplo que les damos a nuestros hijos. Y así, hemos sobrevivido a todos los pueblos de la historia.

Desde las arenas del Neguev, verde y florecido por la mano del hombre,

a línea de tiro de Hamas

Dori Lustron

Ciudadana orgullosa y privilegiada del Estado de Israel.

Dori Lustron es directora de Por Israel.org y Por Israel Foundation. También está a cargo de los artículos y el material concerniente a la Hasbara (esclarecimiento) en desdeisrael.com

Difusión: www.porisrael.org

se permite la distribución de este material mencionando al autor y agregando un link VIVO a www.porisrael.org y
http://desdeisrael-comentarios.blogspot.com/

miércoles, 9 de febrero de 2011

La consolidacion de Mubarak

por Jorge Asis
para analitica.com

Ejes paradójicos del Mal.

Paradójicamente, Hassan Nasrallah, Secretario General del Hezbollah, de El Líbano, sale -sin que sea su objetivo- a fortalecer a su enemigo Hosni Mubarak, Dictador de Egipto.
La ecuación, para la Casa Blanca y el Departamento de Estado, sería la siguiente:
“Si el Hezbollah, que está contra Estados Unidos e Israel, apoya la revuelta y exige el cambio, es preferible apoyar la permanencia de Mubarak. O de Suleiman”.

La consolidación de MubarakEn realidad, Nasrallah instala el conflicto de Egipto en el marco geopolítico.
Para infortunio de los artesanos de las explicaciones fáciles. Dadores de argumentaciones al paso. Los que, para legitimar el masivo desconocimiento de los aturdidos de occidente, identifican la madera con la carpintería. Transmiten que se asiste a las consecuencias de las rebeldías informáticas, impulsadas por los usuarios movilizados de las redes sociales.
Vaya la atracción del título. La Revolución del Facebook. Y del Twitter.

Desde algún lugar relativamente oculto de Beyrouth, con el rostro multiplicado entre las diversas plazas por las pantallas gigantes, Nasrallah baja la línea.
Interpreta que en Egipto se desmorona “el plan americano-israelí, para Medio Oriente”.
Plantea la insolencia de una batalla maniquea entre el Bien y el Mal.
Por supuesto, al dar las cartas, Nasrallah se cree enrolado en las fuerzas el Bien.
Cuando es, precisamente, en el Eje del Mal donde lo ubican sus enemigos. Igualmente maniqueos.
Estados Unidos y -sobre todo- Israel.

Manual de Autoayuda

Para beneficio político de Mubarak (y de Suleiman), el barbado Nasrallah pontifica después de, nada menos, Ali Khamenei.
Trátase -Khamenei- del Guía de la República Islámica de Irán.
Se encuadran, además, en la plena solidaridad con la revuelta popular de Egipto, los dos oponentes internos del país persa.
Es el clérigo reformista Ahmed Khatami. Aquel que justamente debió interrumpir su programa de reformas, para desdicha de la sociedad iraní. Consecuencia, en cierto modo, de la absurda intromisión militar americano-británica en Irak. Con la ayuda distraída de España, entonces gobernada por el Partido Popular, del “Chaplin” Aznar.
El oponente interno de Khatami, que también apoya la revuelta, es Mahmud Ahmadinejad. El exuberante presidente actual de Irán. Frecuente interlocutor de Chávez (que de geopolítica entiende bastante). Y del instintivo Lula, hoy desautorizado, al respecto, por la señora Dilma. Para los diarios.
Ahmadinejad es una suerte de Kirchnercito persa. Comparte la teoría del crecimiento sólo a través del conflicto. Pero sin el auxilio intelectual del ensayista Laclau, de la señora Chantal Mouffe ni del crítico literario Horacio González. En su caso, Ahmadinejad trata de crecer a través de la defenestración directa de Israel. Tarea que comenzó, empeñosamente, con la organización, en Teherán, del indescifrable Seminario sobre el Holocausto.

La consolidación de MubarakSe asiste a las paradojas del desencuentro violentamente cultural, militar y religioso, que Samuel Huntington prefirió reducirlo con el hallazgo conceptual de ”Choque de Civilizaciones”. Título del Insustituible manual de autoayuda. Indispensable para todo aquel que necesite impresionar en las sobremesas.

En los ochenta, el Irán de Komeini guerreó, durante siete años, con el Irak de Saddam Hussein. Al que cortejaban, amorosamente, los occidentales. Cuando Saddam salió a jugarse valientemente por los intereses de Arabia Saudita.
Pero en los dos mil, en el Irán de Kathami no pudo culminarse el proceso de las reformas sociales. Ni profundizarse las aperturas. Porque las tropas de los Estados Unidos de Bush, del Reino Unido de Blair, y la España de Aznar, invadieron desastrosamente Bagdad. Fue después del cinematográfico atentado a las Torres Gemelas. Los aviones estrellados por La Base (Al Qaeda, la organización enemiga, en simultáneo, también de Saddam y de Irán).
Sin embargo el Occidente, catastróficamente comandado por Bush y Blair, despanzurró aquel Irak. Con el pretexto de buscar las “armas de destrucción masiva”, que no existían en ninguna parte. Salvo que le hubieran sido suministradas, antes, a Saddam. Cuando jugaba para los Estados Unidos. Para que destruyera a Irán. En defensa de la Arabia Saudita.

Y el Partido Popular, ya sin Aznar, pierde pronto las riendas del poder, en aquella España inflamada. Consecuencia del atentado espeluznante de Atocha. A cargo, esta vez, de la franquicia marroquí de Al Qaeda (La Base). Aquellos muertos de Atocha fueron políticamente letales para el PP. Facilitaron -los muertos- el triunfo inesperado de Zapatero. Junto al socialista Zapatero, España se iba a desinflamar. A descender. Hasta los alrededores del quebranto.

La consolidación de Mubarak-Suleiman

El juego de los ejes está servido.
El Eje Estados Unidos-Israel se queda, ineludiblemente, al lado de Mubarak. Aunque deban, acaso, de últimas, entregarlo.
Se acepta, en general, que el Dictador Mubarak mantiene el temple suficiente. Se la banca, no es ningún Ben Alí (el Dictador derrocado en el balneario de Túnez).
Mubarak se las ingenia para ofrecerle resistencia al amontonamiento anárquico de los débiles. Los que sólo tienen, de su parte, la razón. Muy poco.
Entonces Mubarak se consolida. Aguanta. Después de haber soportado la mediatizada internacionalmente “Marcha del Millón”. Y de haber organizado, al estilo casi argentino, una ronda de diálogo. Para ganar tiempo y desgastarlos. Y que lo pierda (el tiempo) la oposición posible. Es la oposición que hay. No puede inventarse, precipitadamente, otra.
Es consciente -Mubarak- que los dobla. Los penetra.
Porque sabe que lo peor que puede ocurrirle a los (norte)americanos, y por supuesto a Israel, es que se tomen en serio las declaraciones de la señora Hillary Clinton. Y Mubarak tenga que irse. En cuyo caso tampoco sería nada demasiado grave. Porque, para administrar “la transición”, quedaría, más allá de la simbología, el vice, Omar Suleiman. Que es, justamente, el que habían elegido los americanos para que se quedara con la sucesión. De no haber ocurrido, claro está, aquellos episodios de Túnez. El viejo Cartago. Que derivara, finalmente, en un balneario accesible para los epicureanos europeos que solían fascinarse con los inescrupulosos dóciles del caliente Maghreb.
A partir de la quemazón, a lo bonzo, del inadvertido joven Buazizi, que aspiraba a la utopía de tener oportunidades. A no resignarse ante la patética certidumbre del fracaso colectivo.
Buazizi se inmoló para generar, en adelante, la ola incontenible de la bronca. De impotencia y de estupor, que aún mantiene perplejos a los occidentales que ni aprenden, siquiera, a pronunciar sus nombres.
Más allá de los coros, de la consigna del “que se vayan todos”, la oposición egipcia no puede presentar nada que sea medianamente viable.
Ante el esbozo de una Comisión de Sabios, Mubarak sonríe.
Baradei, por su parte, se rinde. Propone, penetrado, que sea Suleiman quien presida la transición.
En definitiva, si Mubarak aguanta un par de días, podrá quedarse a festejar, pronto, su aniversario. El número 83.
Mientras tanto, los egipcios que permanecen concentrados en la gran Plaza Tahuir emulan, en versión menos grotesca, a aquellos partidarios de Antonio López Obrador.
La consolidación de MubarakLos protestones que se quedaron semanas en la gigantesca Plaza del Zócalo, en Méjico. Indignados porque Felipe Calderón les había soplado la victoria.
“Pelito para La Vieja”, como decían en el barrio.
De a poco, paulatinamente, los manifestantes tendrán que irse de la plaza. Hacia sus casas, en caso de tenerlas.
Para lograr que se vayan basta con el cansancio lento. Alguna lluvia intensa. La partida de las cámaras de televisión. Hasta que Egipto deje de ser noticia de primera plana de los noticieros.
A lo sumo, para despejar la plaza, habrá que dar otro previsible par de palos. Para recobrar la definitiva normalidad. Hasta septiembre.

Días de Ira

Del otro lado, a favor del genérico pueblo egipcio que se insurreccionó, queda la versión del Eje del Mal.
Irán, el Hezbollah, la Siria de Assad. Es el oncólogo presentable. El hijo de Haffez.
Assad, pobre, El Oncólogo, no puede hacer ostentaciones mayores con el tema Egipto. Por efecto de la penúltima paradoja.
Porque el hijo de Haffez pudo sofocar, en el origen, la programación del Día de la Ira. En Damasco. Contra la dinastía de los Assad.
En Siria (país árabe aliado del persa Irán, del Hamas palestino y del Hezbollah libanés), para ser francos, dista de ser fácil ejercitar alguna versión de “la ira”. O cualquier pasión por el reclamo.
Lo saben los degollados que no pueden testimoniar. Los islamistas colgados de Hamas.

En su ira, Nasrallah habla, en cierto modo, como aquellos comunistas argentinos que solían pregonar un gobierno de amplia coalición democrática.
En su caso, Nasrallah menciona “una revolución popular que agrupe, en Egipto, a los musulmanes, a los partidos islámicos y los nacionales, a los movimientos culturales de la sociedad civil”. Y hasta, incluso, a los cristianos. Justamente es Nasrallah quien cita la utilidad de los cristianos. En momentos tan terribles para la cristiandad.
Cuando hasta a las iglesias de occidente les cuesta tomar conciencia del avance despiadado de la cristianofobia.
Se explicita -la cristianofobia- en las iras de diversos países árabes (como Egipto e Irak). Y africanos.

“¡Egipto o Israel!”, sintetiza finalmente el Barba Nasrallah, líder del Hezbollah.
Con el ferviente deseo de radicalizar la lucha. Aunque facilita, paradójicamente, la permanencia del símbolo adverso.
De Hosni Mubarak. O de Omar Suleiman. Para la complejidad del cuadro, representan, los dos, el mismo eje. El que encabeza Obama. Aunque Obama se llame Barack


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Interesante y sarcástico enfoque de Jorge Asis