Por Jeff Jacoby
La visita de Mahmoud Ahmadinejad a Estados Unidos hace dos semanas fue todo lo que podría haber esperado.
En Naciones Unidas, el presidente iraní pronunciaba un discurso jalonado de antisemitismo sin paliativos, denunciando “al pueblo llamado sionista” que domina “los centros monetarios y financieros del mundo” y controla “los centros políticos legislativos” de Occidente a través de medios “engañosos, complejos y furtivos.” Sus comentarios no fueron recibidos con abucheos ni un silencio gélido, sino con cálidos aplausos procedentes de los delegados y un abrazo del presidente de la Asamblea General...
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Ani Yehudi
viernes, 10 de octubre de 2008
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