Por Daniel Pipes
Después de Hitler, la política de apaciguar a los dictadores -- ridiculizada por Winston
Churchill como alimentar al cocodrilo esperando que te deje para el final -- parecía
permanentemente desacreditada. Pero aun así la política ha disfrutado de ciertos éxitos y
sigue siendo una tentación irresistible a la hora de tratar con la República Islámica de Irán.
Los académicos han cuestionado desde hace tiempo la vilificación fácil del apaciguamiento.
Ya en 1961, A.J.P. Taylor, de Oxford, justificaba los esfuerzos de Neville Chamberlain,
mientras Christopher Layne, de la Texas A&M, argumenta en la actualidad que Chamberlain
"hizo lo que pudo con las cartas que tenía". Daniel Treisman, politólogo de la UCLA,
concluye que la presunción común en contra del apaciguamiento es "demasiado firme," mientras
su colega de la Universidad de Florida Ralph B.A. Dimuccio la llama "simplista"...
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Ani Yehudi
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