Ana Jerozolimski
Los diplomáticos europeos que se levantaron decididamente el lunes en Ginebra y salieron de la sala en la que el Presidente de Irán Mahmud Ahmadinejad lanzó otro de sus discursos llenos de odio contra Israel, dieron un ejemplo de dignidad. Ni los aplausos y vítores de representantes árabes y musulmanes , a las palabras del orador, pudieron opacar esa decidida reacción europea.
Europa, en cuyo suelo fue perpetrado el Holocausto contra el pueblo judío, salvó esta semana parte de su conciencia. Aún tiene mucho por hacer para frenar los designios genocidas de Ahmadinejad, pero al menos, esta semana, fue principista...
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Ani Yehudi
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