Walid Phares
Desde el advenimiento de la dictadura de Hafez al-Assad en Damasco en 1971, el papel de
Siria en la región, y particularmente en Líbano, ha sido descripta en dos formas
diametralmente opuestas. La diferencia entre estas dos formas es tan amplia que una de ellas
debe ser errónea.
La escuela del compromiso insiste en el inevitable rol de Assad como pacificador en la
región. Para muchos diplomáticos, expertos y elaboradores de política occidentales –
incluso, paradójicamente, en Israel y los Estados Unidos – el régimen alawita es percibido
como una fuerza estabilizadora que puede absorber a los radicales y evitar una guerra
regional...
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Ani Yehudi
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